La Humanidad está enferma
¿Qué tendrá la Humanidad?
Los suspiros se escapan llenos de flema
que se olvida la Hache, que perdió la verdad...
El primer paso para afrontar cualquier problema o enfermedad es asumir que existe.
Para ello disponemos de una serie de signos y síntomas.
Señales que nos indican las causas.
¿Qué nos impide ver esas señales?
Desde la infancia nos enseñan el engaño y la mentira y de esa forma aprendemos a usarlos sin tomar consciencia del alcance que puede tener esas primeras y pequeñas mentiras enquistadas "culturalmente".
"No se dicen mentiras" escuchamos una y otra vez en el trascurso de nuestra ingenuidad infantil, mientras somos espectadores de un circo de falsas excusas y teatros de falacia que se adhieren como un programa automático a nuestro inconsciente.
"Aprendemos" que es mentira eso de que no se dicen mentiras.
Se dicen.
Muchas y además una tras otra para que no te descubran.
No solo las relaciones con los demás se bañan en capas de pequeñas o grandes engaños sino que estamos aprendiendo a mentirnos a nosotr@s mism@s.
Nos alejamos de la Inteligencia Natural de la Vida y la transitamos como extrañ@s entre extrañ@s.
Un fraude.
Cuando mentimos a alguien (sea un organismo viviente o institucional) suele ocurrir que para evitar que se descubra se vayan añadiendo capas y capas de mentiras en el frenético intento de ocultar la inicial y la siguiente (y la siguiente y sus sucesivas...) que intentan taparla.
De esa forma, una tras otra, genera un bucle de mentiras hasta llegar a tal punto de incongruencia que al destaparse ese "alguien" se siente "defraudado".
Descubre la última y la anterior y unas cuantas más... y aparece "la multa" del enfado, la discusión y la frustración de la otra persona o el castigo económico "legal".
Las mentiras se convierten en dinero.
Las mentiras se convierten en malas relaciones interpersonales.
Las mentiras se convierten en un autoengaño.
Hay verdaderos profesionales de la mentira.
Y actualmente es bastante sencillo buscar información adicional que pone en entredicho la veracidad de muchos asuntos por los que se rige nuestro sistema de creencias, nuestro sistema de vida.
Creencias instaladas desde la infancia donde somos vulnerables y se nos induce a ser partícipes para sostenerlas, mantenerlas y propagarlas.
Es tal la maraña que muchas veces desistimos de querer ver lo evidente. Y de esa forma es probable que volvamos a mentir a otr@s y aumentemos nuestro autoengaño.
¿Por qué estamos en crisis?
Hay muchos signos y síntomas de crisis. Muchas señales para pensar que una de las causas más importantes es la mentira.
Hay muchos indicios para sospechar que la crisis económica se deriva de un cúmulo de mentiras que han propiciado y permitido un reparto tremendamente desigual de los recursos naturales y las posibilidades de desarrollo.
Tod@s somos partícipes de las mentiras y sus derivadas la hipocresía y la cobardía.
Y ello se ha convertido en dinero.
Y el dinero es el medio globalizado para conseguir recursos.
Seguro que algunas fuentes (oficiales y no oficiales) manejan cifras con más precisión, pero podríamos decir (sin gran margen de error) que el 99% del dinero que se ha centralizado en el 1% de la población, lo que supone que al noventa y nueve por ciento de la población le haya quedado el uno por ciento restante (donde también hay un reparto desigual).
La crisis de relaciones se deriva de un cúmulo de mentiras.
Mentiras que han propiciado el "divide y vencerás".
Es muy habitual que defendamos nuestras creencias y ocultemos (conscientes o inconscientes) nuestras mentiras y señalamos de mentiros@s a l@s demás. Y los demás nos devuelven el dedo acusador.
Las crisis personales se derivan de un cúmulo de autoengaños.
Nos mentimos cuando no nos cuestionamos las creencias heredadas y las incorporamos a nuestra vida.
Nos mentimos cuando no reconocemos que servimos de soporte para su transmisión.
Nos mentimos cuando optamos por señalar las mentiras externas como la única causa de nuestra crisis.
Nos mentimos cuando no damos importancia a nuestras mentiras hacia los demás ni indagamos el alcance de nuestras capas de mentiras.
Nos mentimos cuando no aceptamos que nos mentimos.
Todo ese amasijo de mentiras oscurece nuestro nivel de Conciencia, retumba en nuestro nivel mental como un círculo vicioso, revuelve nuestras entrañas en represión o desbordamiento emocional y hay suficiente evidencia como para comprender el espectacular aumento de enfermedades mentales y emcionales que terminan por pasarnos "la multa" en forma de enfermedades físicas y violencia.
Podemos seguir esperando a que por degeneración espontánea se derrumben las grandes mentiras externas que han sido generadas y que seguimos manteniendo, con el peligro de que quedar atrapad@s en sus escombros.
O podemos optar por admitir nuestro autoengaño y eliminar en nosotros la faceta obsesiva-compulsiva de mentir y desde esa posición interna resquebrajar la maraña y dejar sin cimientos y sin estructura la gran mentira que nos envuelve.
El primer paso para resolver un problema es admitir que existe.
El siguiente paso es ponerle remedio.
Y remedios hay muchos.
El imprescindible es dejar de mentirnos.
Si despejamos nuestra vida de mentiras encontramos Serenidad, Valor y Sabiduría.
Oasis.
LAS EXIGENTES EXTRAÑEZAS
El tablero,
jugar en tu capricho
con el ritmo infantil de una canción.
Nos vamos a contar muchas mentiras.
Con la tesis
de anverso de un poema,
un mandamiento: "¡Miénteme!, no cesen
los leales embustes que nos unen.
Una norma.
Al poder la falacia,
la patraña será la realidad,
las flores a sembrarnos en los ojos.
Pope dice:
"quien lanza una, ardua
tarea asume, veinte más de gasto
necesita el cinismo del farsante".
Y yo apunto
si acaso ese derroche
no es falta de coraje en burdo ingenio,
el patético engaño del imbécil.
Ese brindis
envenena los besos,
es zumo del mutismo entre los labios
con risas profanadas en papel.
El refugio
cobarde de la excusa,
la infame relación de conveniencia,
hipócrita disfraz del pusilánime.
Y en la lengua
cuadernos de calumnias,
incendios de una trola meretriz
que escupe y estrangula lo sublime.
Yo no juego.
Mas vale ser vencido
-dijo Gandhi- diciendo la verdad
que triunfar a través de la mentira.
Zeny